Este año, el concurso anual de arte de la Feria Estatal de Colorado entregó premios en todas las categorías habituales: pintura, quilting (costura de colchas) y escultura.
Sin embargo, uno de los participantes, Jason M. Allen, de Pueblo West, Colorado, no hizo su obra con pincel ni arcilla. La generó con Midjourney, un programa de inteligencia artificial que convierte descripciones de texto en gráficos hiperrealistas.
La obra de Allen, “Théâtre D’opéra Spatial”, se llevó la cinta azul en el concurso de la feria para artistas digitales emergentes, lo que la convierte en una de las primeras obras generadas por IA que gana un premio de ese tipo y generó una fuerte reacción de los artistas, quienes señalan que se hizo trampa.
Allen defendió su trabajo el miércoles en una conversación telefónica. Dijo que había dejado claro que su obra —que se presentó bajo el nombre de “Jason M. Allen a través de Midjourney”— había sido creada con IA y que no había engañado a nadie sobre su origen.
“No voy a disculparme”, dijo. “Gané y no rompí ninguna regla”.
El arte generado con IA existe desde hace años. No obstante, las herramientas lanzadas este año —con nombres como DALL-E 2, Midjourney y Stable Diffusion— han hecho posible que aficionados de alto nivel creen obras complejas, abstractas o fotorrealistas simplemente escribiendo unas cuantas palabras en un cuadro de texto.
Esas aplicaciones han hecho que muchos artistas humanos se sientan comprensiblemente nerviosos por su futuro; se preguntan por qué alguien pagaría por arte si pueden generarlo ellos mismos. También han comenzado intensos debates sobre la ética del arte generado por la IA, y la oposición de personas que afirman que esas aplicaciones básicamente son una forma de plagio de alta tecnología.
Del texto a la imagen
Allen, de 39 años, empezó a experimentar con el arte generado con IA este año. Dirige un estudio, Incarnate Games, que produce juegos de mesa, y tenía curiosidad de saber cómo se compararía la nueva generación de generadores de imágenes de IA con los artistas humanos a los que encarga sus obras.
Este verano lo invitaron a un servidor de chat de Discord en el que se estaba probando Midjourney, que utiliza un complejo proceso conocido como “difusión” para convertir el texto en imágenes personalizadas. Los usuarios escriben una serie de palabras en un mensaje a Midjourney; el bot devuelve una imagen segundos después.
Con el tiempo, a Allen se le ocurrió presentar una de sus creaciones de Midjourney a la Feria Estatal de Colorado, que tenía una categoría para “arte digital/fotografía manipulado digitalmente”. Le pidió a una tienda local que imprimiera la imagen en un lienzo y se la presentó a los jueces.“Se acercaba la feria, y pensé: ¿No sería maravilloso demostrarle a la gente lo genial que es este arte?”, relató.
Varias semanas después, mientras paseaba por la feria de Pueblo, Allen vio una cinta azul colgada junto a su obra. Había ganado la categoría, junto con un premio de 300 dólares. “No podía creerlo”, comentó. “Eso es exactamente lo que me propuse lograr”.
(Allen no quiso compartir el texto exacto que había presentado a Midjourney para crear “Théâtre D’opéra Spatial”. Pero dijo que la traducción al francés – “Teatro de Ópera Espacial”- era una pista).
¿La muerte del arte?
Después de ganar, Allen publicó una fotografía de su obra premiada en el chat de Discord de Midjourney. Luego la imagen llegó a Twitter, donde generó una furiosa reacción. “Estamos siendo testigos de la muerte del arte”, escribió un usuario de Twitter. “Esto es asqueroso”, escribió otro. “Puedo ver cómo el arte de la IA puede ser beneficioso, pero ¿afirmar que eres un artista por generar una pieza de esa manera? Jamás”.
Algunos artistas defendieron a Allen y afirmaron que usar IA para crear una pieza no era diferente de usar Photoshop u otras herramientas de manipulación de imágenes digitales y que la creatividad humana sigue siendo necesaria para dar las indicaciones adecuadas que generan una pieza premiada.
Olga Robak, portavoz del Departamento de Agricultura de Colorado, que supervisa la feria estatal, aseguró que Allen había revelado adecuadamente la participación de Midjourney al presentar su pieza; las normas de la categoría permiten cualquier “práctica artística que utilice tecnología digital como parte del proceso creativo o de presentación”. Los dos jueces de la categoría no sabían que Midjourney era un programa de IA, aclaró, pero ambos le dijeron después que habrían concedido a Allen el máximo premio aunque lo hubieran sabido.
La controversia sobre las nuevas tecnologías de creación de arte no es nada nuevo. Muchos pintores se negaron a la invención de la cámara fotográfica, que consideraron una degradación del arte humano. (Charles Baudelaire, poeta y crítico de arte francés del siglo XIX, describió la fotografía como “el enemigo más mortal del arte”). En el siglo XX, las herramientas de edición digital y los programas de diseño asistidos por computadora también fueron rechazados por los puristas, pues exigen muy poca habilidad de los colaboradores humanos.
Lo que diferencia a la nueva generación de herramientas de IA, según algunos críticos, no es solo que puedan producir bellas obras de arte con mínimo esfuerzo. Es su forma de trabajar. Aplicaciones como DALL-E 2 y Midjourney se construyen a partir de millones de imágenes de la web, y luego enseñan a los algoritmos a reconocer patrones y relaciones en esas imágenes y a generar otras nuevas del mismo estilo. Eso significa que los artistas que suben sus obras a internet pueden estar ayudando, sin saberlo, a entrenar a sus competidores algorítmicos.
“Lo diferente de esta IA es que está explícitamente entrenada con base en artistas que trabajan en la actualidad”, tuiteó el mes pasado RJ Palmer, artista digital. “Esa cosa quiere nuestros trabajos y es activamente antiartista”.
Incluso a algunos de los que están impresionados con el arte generado por IA les preocupa cómo se está haciendo. Andy Baio, tecnólogo y escritor, escribió en un ensayo reciente que DALL-E 2, tal vez el generador de imágenes de IA más popular del mercado, era “casi mágico en lo que puede conjurar, pero plantea tantas preguntas éticas que es difícil darles seguimiento a todas”.
Allen, el ganador de la cinta azul, dijo que simpatizaba con los artistas que temían que las herramientas de IA los dejaran sin trabajo. Pero aseguró que su enojo no debería dirigirse a quienes utilizan DALL-E 2 o Midjourney para hacer arte, sino a las empresas que deciden sustituir a los artistas humanos por herramientas de IA.
“No debería ser una acusación a la tecnología”, explicó. “La ética no está en la tecnología, sino en las personas”. Además, instó a los artistas a superar sus objeciones a la IA, aunque solo sea como estrategia de supervivencia. “Esto no va a parar”, señaló Allen. “El arte está muerto, amigos. Se acabó. La IA ganó, y los humanos perdieron”.