La química, fundamental en nuestra vida cotidiana, va más allá de ser solo la base de productos que utilizamos a diario. Su aplicación en el ámbito forense se ha convertido en un pilar crucial para resolver crímenes y esclarecer situaciones donde la verdad es crucial. Con el incremento de la violencia y el uso de armas de fuego en distintas sociedades, el análisis de residuos de disparos ha cobrado especial relevancia. Esta técnica forense permite obtener evidencia tangible que puede ser determinante en una investigación criminal, ya que, además de los rastros visibles como balas o casquillos, existen restos invisibles que pueden incriminar o exculpar a sospechosos y que son la clave para acercarse a la verdad.
La detección de residuos de disparos se basa en la identificación de elementos inorgánicos como plomo, bario y antimonio, que se liberan al disparar un arma. La técnica de Espectroscopia de Rayos X Dispersiva por Energía (SEM-EDS) se utiliza para analizar estos residuos de forma minuciosa. Al bombardear la muestra con electrones, los elementos presentes emiten radiación característica, lo que permite no solo su identificación, sino también la estimación de su cantidad. Esta capacidad analítica ha permitido a los investigadores reconstruir acontecimientos y responder preguntas críticas sobre la participación de individuos en un acto delictivo.
En otro ámbito, el análisis de sustancias venenosas ha revelado ser vital en ciertos casos de envenenamiento. Un ejemplo notable es el asesinato del exespía ruso Alexander Litvinenko. Tras su misteriosa muerte, técnicas avanzadas como la espectrometría gamma pudieron detectar polonio 210 en su organismo, confirmando que su fallecimiento no fue natural. Este caso pone de relieve la importancia de la química en la resolución de crímenes complejos, al demostrar que un análisis detallado y exhaustivo puede desentrañar tramas enrevesadas de sabotaje y asesinato.
Asimismo, el análisis químico de tintas ha permitido desvelar la autenticidad de documentos, que en ocasiones son utilizados como pruebas en juicios. A través de métodos como la espectroscopía Raman o técnicas cromatográficas, los expertos pueden distinguir entre diferentes tintas, identificando compuestos únicos que pueden relacionar un documento con su autor. Estos análisis han tenido impactos significativos en investigaciones criminales, como el caso donde una carta fue clave para revelar un asesinato encubierto como un suicidio, cambiando radicalmente la dirección de la pesquisa.
Es evidente que la química, al cruzar fronteras entre diversas disciplinas, aporta un valor incalculable en el ámbito forense. Casos como la identificación de sustancias ilícitas, la investigación de incendios o el análisis de explosivos son solo algunos ejemplos de cómo la ciencia puede ofrecer respuestas más efectivas a los problemas sociales. En un mundo donde la verdad puede ser el más preciado de los bienes, la química se erige como un aliado indispensable en la búsqueda de justicia.