Identifican decaimiento en el crecimiento de los árboles y alta sensibilidad a la variabilidad climática

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En Chile central, los ecosistemas de tipo mediterráneo están amenazados, en especial por la megasequía que se vive desde 2010. A raíz de eso, un reciente estudio de dendrocronología -ciencia que estudia los anillos de los árboles- abarcó sus efectos en el bosque esclerófilo a través de la investigación en dos especies indicadoras: el peumo (Cryptocarya alba) y el belloto del norte (Beilschmiedia miersii). Se estudiaron más de 400 árboles en cerca de 20 sitios, demostrando que son altamente sensibles a la variabilidad climática local, regional y global. En ese sentido, se detectó un impacto sin precedentes del aumento de las condiciones de sequía en el bosque esclerófilo, evidenciando un decaimiento en el crecimiento y aumentando la mortalidad de árboles. Para saber más sobre este estudio, las causas detectadas y futuras implicancias, conversamos con uno de sus investigadores. Aquí te contamos más detalles.

La zona central de Chile es uno de los cinco lugares del mundo donde el clima Mediterráneo se encuentra. Es también el único en Sudamérica y, en este bioma, se ha desarrollado una biodiversidad única. Si nos enfocamos solo en la vegetación, el bosque esclerófilo es uno de los protagonistas. Es decir, aquel que alberga especies que a más de alguno le pueden resultar familiares, como el quillay, el peumo, el belloto del norte o el famoso litre.

Se trata, además, de una zona azotada por la megasequía que se vive desde 2010, de la cuál sus efectos todavía tienen muchas aristas por descubrir.

Ante esto, un grupo de investigadores publicó recientemente el estudio Sclerophyllous Forest Tree Growth Under the Influence of a Historic megadrought in the Mediterranean Ecoregion of ChileEn él, a través de la dendrocronología – ciencia que reconstruye el clima a partir del estudio de los anillos de los árboles-, se confirmó un impacto sin precedente de las condiciones de sequía en el bosque esclerófilo, evidenciando un decaimiento en el crecimiento y un aumento en la mortalidad de sus árboles.

Los efectos de la sequía en el crecimiento de los árboles: la importancia de estudiar Chile Central

En los bosques mediterráneos de Europa y Norteamérica se ha identificado que la sequía -que se ha intensificado en el siglo 20- ha alterado las dinámicas de crecimiento de los árboles. Incluso se han hecho predicciones que indican que estas regiones van a cambiar su diversidad biológica producto del cambio climático global. Sin embargo, estas estimaciones todavía dejan muchas aristas a investigar, particularmente sombre los impactos en las dinámicas de los bosques, en especial en lugares donde faltan estudios. Uno de ellos es Chile Central.

“En 2015 empecé a trabajar en esta región y veía cómo el cambio climático le afecta. Chile Central es una de las regiones más vulnerables a nivel mundial a este fenómeno. Entonces era interesante saber si había impacto o no, sobre todo frente a la megasequía que atravesamos desde 2010, donde sabemos que disminuyó la precipitación, aumentó la temperatura en primavera y eso, probablemente, podría estar afectando al crecimiento de los árboles”, explica Alejandro Venegas, académico del Centro de Observación de la Tierra Hémera, de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad Mayor.

Pero también hay otro punto importante, ya que también se trata de vegetación única y, al mismo tiempo, amenazada. Por ello es también forma parte de uno de los 36 “hotspots” (o puntos calientes) de biodiversidad del mundo. Es decir, lugares donde hay un mínimo de 1.500 plantas vasculares endémicos, alta proporción de animales endémicos y donde el hábitat ha sido fuertemente impactado por el hombre. “Es por eso que se justifica estudiar esta región”, precisa Alejandro.

Según explica el investigador, a través de la dendrocronología se puede reconstruir la historia de la dinámica del crecimiento de los bosques. Lo que se hace es que se estudian sus anillos, los cuales van “guardando” información sobre el clima del pasado. En este caso, dentro de los distintos tipos de bosques del bioma mediterráneo -como los caducifolios o xerofíticos- decidieron enfocarse en el esclerófilo. Específicamente, a través del peumo (Cryptocarya alba) y el belloto del norte (Beilschmiedia miersii). Ambos son endémicos y pertenecientes a las Lauráceas (Lauraceae).

“Son dos especies indicadoras. Ambas son del bosque higrófilo, es decir, que están en quebradas y en un gradiente altitudinal bien amplio. Colectamos anillos de más de 400 árboles y, con las técnicas dendrocronológicas, pudimos ver, por ejemplo, que hay árboles de 300 años. Entonces hay un potencial e importante para poder reconstruir, no sé, la historia hidro climática del lugar y también para poder responder preguntas ecológicas como justamente analizar el impacto del cambio climático”, explica Alejandro.

Los resultados

Se estudiaron cerca de 20 poblaciones de peumos y bellotos del norte, desde el cerro Santa Inés (Región de Coquimbo) hasta San Javier (Región del Maule). “La idea era buscar sitios con poca intervención humana para que la explicación de nuestras conclusiones sea por el clima. Entonces evitamos todo tipo de ‘ruido’, buscando lugares que estuviesen mejor conservados. Pero igual fuimos a lugares que tenían impactos, como la presencia de vacas o que estaban muy antropizados. De todas formas, la gran parte de nuestros resultados se explica por el clima. El porcentaje de crecimiento es por la variable climática que analizamos”, explica Alejandro.

Los principales resultados abarcan el decaimiento general del crecimiento de árboles a nivel regional desde 2002. Y que eso ha ido aumentando por la megasequía que se vive desde 2010.

“En 2002 pasa un punto de quiebre en el que crecen menos árboles y, desde 2010, mucho menos (…). En 2019 algunas poblaciones se empiezan a morir (…). Ese fue el año más seco de los últimos 1000 años. Ojo que ha habido otros años muy secos como 1924, 1968 o 1998, pero, a diferencia de estos tres, 2019 se encuentra dentro de un periodo de sequía persistente. Eso fue gatillante para que los árboles se empezaran a morir a gran escala”, explica Alejandro.

Sobre qué lugares de los estudiados se ven más afectados, el profesional apunta a que en todos los sitios se encontró algún grado de afectación. Sin embargo, Altos de Cantillana, cerro Manquehue, aguas de Ramón o en Macul, se ven de aquellos con mayores efectos, donde muchos árboles están secos. Es decir, la Región Metropolitana es de las más afectadas.

¿Qué puede causar todo esto? El suelo está menos húmedo y eso se relaciona directamente con la falta de lluvias. “Con la mega sequía disminuyeron las precipitaciones y se han observado olas de calor en primavera. Eso se relaciona negativamente con el crecimiento. Otra cosa novedosa que encontramos fue que en invierno también llueve menos, y eso estaría relacionado con el crecimiento. Ahora los inviernos son más secos y fríos”, explica Alejandro.

El escenario futuro

Según el investigador, todos los escenarios climáticos que se proyectan para Chile son complejos, y la zona central no está exenta a eso. En otro estudio, utilizando cronologías de anillos de roble de Santiago y el ciprés de la cordillera y modelos climáticos globales, proyectamos el crecimiento futuro de los bosques de alta montaña de Chile central, encontrado que disminuirán las tasas de crecimiento en hasta un 50%.

“Lamentablemente los árboles van a empezar a crecer menos. Sin  embargo, yo no creo que se mueran todos. Creo que el bosque esclerófilo históricamente ha sido resiliente, entonces lo que va a pasar es que se va a adaptar a unas condiciones. Quizás algunas especies no lo podrán hacer, pero yo creo que la mayoría sí”, dice Alejandro.

Eso sí, puntualiza que esa conclusión es solo en base al crecimiento, pero queda toda una evaluación de sus semillas, de si estas se adaptan y se regeneran. Eso, según comenta, es un gran problema actualmente.

“Lo que va a ir pasando es que los bosques van a cambiar en estructura (tamaño y forma), eso es la tendencia mundial en ecosistemas mediterráneo. Serán más tipo arbustivos, se van a ir adaptando. Evolutivamente también va a cambiar la dirección de muchas especies que habitan en ellos”, finaliza Alejandro.

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