¿Que influencia tiene sobre las elecciones el estallido social?

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Se acabó el Chile donde uno podía presagiar con soltura y claridad cuáles serían los candidatos de la segunda vuelta electoral. El país acudirá a las urnas este domingo sin claridad ni certeza, aunque con las apuestas, según las encuestas (que se han equivocado antes) de que la disputa se dará entre el candidato de ultraderecha José Antonio Kast y el líder estudiantil de izquierda Gabriel Boric.

Chile se enfrenta el próximo domingo a las elecciones más inciertas en décadas. Por primera vez en los últimos 16 años ni Sebastián Piñera (centroderecha) ni Michelle Bachelet (centroizquierda), que alternaron los últimos cuatro mandatos, estarán en las papeletas de elegidos. 

Serán también las primeras elecciones presidenciales que tengan lugar después de la revuelta social del 18 de octubre de 2019 que cambió la historia chilena –y su imagen internacional- para siempre. 

El 18 de octubre desdibujó el Chile de la estabilidad y destapó la zanja de la profunda desigualdad que no dejaban ver las buenas cifras macroeconómicas. La ciudadanía salió masivamente a las calles para solicitar el fin de la herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y acelerar algunos procesos sociales.

A partir de entonces se comenzó a dibujar un borrador de un Chile más liberal, según podríamos deducir a partir de las concluyentes elecciones a favor de elaborar una nueva Constitución para sustituir a la heredada de la dictadura y también de la composición de esos 155 convencionales elegidos, con dos tercios de figuras independientes y fuerzas políticas situadas más en el arco de la izquierda y la centroizquierda. Un país más progresista, inclusivo, liberal, donde por primera vez los pueblos indígenas tienen voz, que se escucha, entre otros, con Elisa Loncón, la presidenta de la Convención Constitucional a cargo de la nueva Carta Magna. PUBLICIDAD

«Evidentemente el 18 de octubre significa un punto de inflexión, un parte aguas, que cambia la direccionalidad del proceso político en Chile de manera evidente», afirma Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago y autor del libro ‘Encrucijadas. Ensayos sobre la crisis política en Chile’ que analiza la revuelta social. 

Menos partidos políticos en Chile para las presidenciales de 2021

Para Mella, el 18 de octubre se caracteriza por ser una protesta social «cada vez más autónoma de los partidos políticos», que representa una «manifestación intersectorial de malestar, de frustración y de rechazo al liderazgo de la clase política de la transición chilena encabezada por dos grandes coaliciones que compiten con programas de centroizquierda (Bachelet) y centroderecha (Piñera), con un alto nivel de acuerdos, pero, también, en una democracia que se transforma gradualmente en una democracia con exclusiones políticas importantes y con problemas de eficacia a la hora de resolver problemas de larga data», como las demandas sobre educación que tardaron en resolverse (parcialmente) más de una década.

El 18 de octubre fue «una expresión muy masiva de una voluntad de cambio que no se había podido hacer por la vía de las elecciones, precisamente como la que vamos a tener ahora, por las normas de amarre que venían de la dictadura y por la rigidez institucional que es lo que hoy está empezando a cambiar con este proceso constituyente», analiza de su lado Claudia Heiss, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.

Si bien estas elecciones se hacen con las reglas antiguas «bajo el sistema de la Constitución anterior» son, sin embargo, «las primeras elecciones que marcan una nueva forma de funcionar de la política», indica Heiss.

Para Heiss también influiría el fin del llamado sistema político binominal que fue modificado por una ley del segundo Gobierno de Michelle Bachelet. «El Congreso de 2018 fue el primero que elegimos sin binominal y donde se acabó la lógica de las dos coaliciones», explica. Todo esto llevaría a la fragmentación del sistema político y el surgimiento de nuevas fuerzas actuales. 

«Hoy en día ser parte del sistema político desde el punto de vista electoral es algo más» negativo que positivo, analiza la experta. Muchos de los siete candidatos que se presentan a estas elecciones lo hacen como externos al sistema de los partidos políticos (el centroderechista Sebastián Sichel, el ultraderechista José Antonio Kast, el líder estudiantil de izquierda Gabriel Boric, entre otros) y muchos «no especifican en la propaganda política el nombre de su partido», señala. 

Jóvenes protagonistas y mayores extremos en la política chilena

Para Marcelo Mella, los procesos electorales importantes que ha vivido el país en el último año tuvieron «como característica diferenciadora el que participó mucha gente joven, muchos jóvenes que no habían participado jamás se incorporaron al proceso electoral y eso determinó no solo un resultado muy amplio a favor del proceso constituyente y una elección de constitucionales que castigó muy fuertemente a los partidos» y dejó un gran número de candidatos independientes y procedentes de organizaciones sociales y territoriales. 

El 18 de octubre es un acontecimiento que genera la oportunidad política para hacer los cambios que una parte importante que el país demandaba, pero esto también genera incertidumbre. Esto, indica Mella, sumado a los efectos sociales de la pandemia, lleva a una elección altamente polarizada «con un candidato de derecha radical (José Antonio Kast) que moviliza la votación de personas que quieren rechazar cambios o tener un contrapeso frente a los cambios de la Convención Constituyente», frente a Gabriel Boric que los respalda. 

Para Mella este proceso Constituyente se convierte en la línea divisoria que determina las posiciones de las candidaturas.  

«Hay un segmento de derecha muy muy extremo que ha existido siempre que no es realmente nuevo», afirma de su lado Heiss, que señala que no ve diferencia entre Kast y ciertos sectores extremos del partido del que proviene y del que se escindió, la Unión Democrática Independiente, UDI, cuyo fundador Jaime Guzmán, fue el ideólogo de la dictadura.

Sin embargo, «esa derecha había vivido en coalición con una derecha más moderada, más centrista, que fue la que ganó las primarias del sector», indica. 

Un escenario de incertidumbre como el que vive Chile después de años de una situación anormal, con el estallido, la pandemia, sus consecuencias económicas y la escalada de violencia en el sur del país, la Araucanía, donde vive la población mapuche «alimenta los discursos de mano dura, de xenofobia o anti-inmigración», analiza Heiss. Además, la mala evaluación del Gobierno y los malos resultados electorales ha llevado a una debacle en la derecha, que ha empujado a algunos sectores a lugares más extremos y fortalecido a Kast. 

Encuestas poco confiables cara a las presidenciales

Sin embargo, Heiss afirma que no hay certeza del verdadero apoyo popular con el que cuenta, a pesar de haber encabezado durante las últimas semanas las encuestas. 

Hay que tener en cuenta que «hay manipulación informativa, las encuestas son poco confiables, tienen agendas ideológicas y han sido muy malas predictoras de resultados electorales en el pasado», señala Heiss, quien afirma que incluso se han levantado dudas de la forma en que recaban sus datos, por lo que no cree que «nos estén dando una imagen real del apoyo que tiene Kast en la ciudadanía».

Además, «las encuestas no están midiendo necesariamente las tendencias de la población que si va a ir a votar», en un país marcado por la alta abstención en los procesos electorales recientes, como señala de su lado Beatriz Roque, académica de la Escuela de Ciencias Políticas Universidad Diego Portales y miembro de la Red de Politólogas.

Sin embargo, Heiss descarta la idea de que estas sean unas elecciones que muestran un Chile polarizado. «No es efectivo que tengamos un candidato de extrema derecha y de extrema izquierda. Boric es un candidato social demócrata, no está en la posición más extrema de la izquierda, ni en una posición anti-política, está jugando con las reglas de juego», destaca.

Para Heiss, el mayor activo de Boric es que «logra construir un puente entre el movimiento social tan descreído de la política (como el 18 de octubre) y la política» al ser uno de los pocos en su partido, Convergencia Social y la coalición del Frente Amplio, que sí firmó el acuerdo político del 15 de noviembre de 2019 que supuso una salida institucionalizada al estallido social y el inicio del proceso constituyente, algo que en su momento le supuso muchísimas críticas entre su propio sector. 

Boric «sí está dispuesto a negociar con los que piensan diferente», señala Heiss. 

El espíritu del 18 de octubre en Chile

Para Roque, Boric además «representa parte de esas mismas personas que estaban en las calles», aunque señala que es muy difícil «interpretar lo que pasó en el 18-O. Las manifestaciones por ideas abstractas tienen muchos adherentes» y están compuestas por «personas muy diversas» reunidas bajo ese movimiento, señala. 

En este punto coincide Heiss, que también apunta a que ese movimiento tan masivo no fue uno solo o «unívoco» y que estaría caracterizado por compartir «ciertos pisos mínimos que tienen que ver con un cambio de modelo en la relación entre Estado y sociedad, entre lo público y privado, con el fin del neoliberalismo, con una forma de hacer política más participativa, menos elitista, menos cupular».

«El 18-O es un hito importante en el país que no dejó ajeno a ningún sector», afirma Roque y cuyo efecto más notable es que todas las candidaturas actuales a la Presidencia «sostienen la necesidad de realizar cambios» en la sociedad chilena. 

Faltará ver hacia qué cambios se encamina el país en las nuevas presidenciales.

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