El 9 de junio de 2025, el equipo legal de la presidencia de EE.UU. enfrentó una serie de derrotas judiciales que marcaron un momento decisivo en la administración Donald Trump. En un corto período, se realizaron cuatro fallos adversos en tribunales federales que desmantelaron varias iniciativas clave del presidente. Estos reveses no solo constituyen un serio golpe para su legado político, sino que además proporcionan un alivio significativo para diversos sectores de la población, incluyendo estudiantes, trabajadores y defensores de los derechos humanos. La serie de decisiones resalta los límites del poder ejecutivo y reafirma la importancia de las instituciones judiciales en la defensa de los derechos democráticos en el país.
Una de las decisiones más impactantes fue la del Juez David S. Tatel del Tribunal de Apelaciones del Circuito de Columbia, quien detuvo el intento de desmantelar el Departamento de Educación federal. La administración Trump había argumentado que la burocratización excesiva del gobierno federal interfería con la provisión de educación efectiva, proponiendo transferir estas funciones a los estados. Sin embargo, Tatel determinó que tal acción carecía de fundamento legal y podría perjudicar los programas educativos, subsidiando también las disparidades entre estados. Esta decisión resulta esencial para los estudiantes y las familias que dependen de una educación pública de calidad, así como para los estados que requieren del respaldo federal.
En otro claro fallo judicial, el Juez Amit P. Mehta bloqueó el intento de limitar el acceso a fondos federales destinados a programas de capacitación laboral, argumentado por la administración como un medio para reducir el gasto. Mehta defendió que la reestructuración de los fondos para favorecer la inversión privada socavaría el derecho de jóvenes desfavorecidos a acceder a oportunidades de capacitación. Esta decisión refuerza el argumento de que la capacitación laboral es un bien público que debe ser promovido y sostenido, resaltando la importancia del apoyo gubernamental en la lucha contra la desigualdad en la disponibilidad de empleo.
El Juez Jed S. Rakoff también desactivó un decreto que permitía la detención indefinida de inmigrantes, imprimiendo una señal clara sobre la defensa de los derechos humanos. Discutiendo el caso de cientos de individuos que fueron detenidos sin el debido proceso, Rakoff subrayó que no puede haber excepciones a los derechos constitucionales, incluso en circunstancias de crisis. Este fallo no solo abre la puerta a la revisión de los casos de estos detenidos, sino que enfatiza el imperativo de justicia y el respeto a los derechos individuales frente a las políticas de seguridad nacional.
Finalmente, la Jueza Tanya S. Chutkan insistió en la protección de los derechos humanos al bloquear un decreto que impedía la liberación de Mohamed Sabry Soliman, un detenido egipcio en Guantánamo. La falta de pruebas concretas para justificar su continua detención valida no solo los derechos del individuo, sino que subraya la necesidad de un sistema judicial comprometido con la justicia. Estos cuatro fallos judiciales expresan un momento crítico en la lucha contra el abuso de poder, reafirmando la independencia del poder judicial ante las decisiones ejecutivas y subrayando el esencial papel de la justicia en la defensa de la democracia estadounidense.