Sicariato, bandas de crimen organizado, «portonazos» o «encerronas» y un fuerte incremento de los homicidios: Chile enfrenta la peor crisis de seguridad en tres décadas, un escenario desconocido en el país, donde crece el temor en la población.
La violencia viene en aumento en Chile desde hace una década, y aunque sus índices siguen por detrás de otros países latinoamericanos, en los últimos dos años la inseguridad pasó a ser la principal preocupación de los chilenos, que han empezado a cambiar sus rutinas para evitar ser víctimas del creciente número de delitos violentos.
«Podemos pensar que Chile está siendo un país donde el delito está generando un mayor daño de lo que hacía anteriormente. Las familias hoy día perciben que tienen un alto riesgo de ser víctimas de un delito», dijo a la AFP Daniel Johnson, director ejecutivo de la fundación Paz Ciudadana.
En los últimos seis años las tasas de homicidio en Chile aumentaron un 70%, mientras que la percepción de daño provocado por el robo con violencia subió un 37% en una década.
Entre los delitos con mayor connotación social están los llamados «portonazos», asaltos en los ingresos a casas o condominios, y las «encerronas», como llaman a los robos del vehículo en plena vía pública mediante intercepciones de delincuentes armados.
El último estudio de la encuestadora Ipsos indicó que para 52% de los chilenos la principal preocupación es la delincuencia, además de la presencia de mafias organizadas y el narcotráfico. Según la Policía, las incautaciones de droga aumentaron 150% en 2021.
En este escenario, el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, lanzó una frase que levantó alarma: «Chile está viviendo el peor momento en seguridad desde el retorno a la democracia», en 1990.
Mafias y armas ilegales
El tradicional barrio Meiggs, un populoso sector comercial ubicado en el centro de Santiago, ha sido el centro de operativos policiales estas últimas dos semanas en busca de desbaratar mafias que cobran por la ubicación a los comerciantes ambulantes que han copado las aceras.
La muerte de una periodista que cubría una de las marchas por el Día del Trabajador, tras ser alcanzada por un balazo en el rostro durante un enfrentamiento en Meiggs entre comerciantes y manifestantes, indignó a la población.
«Queremos recuperar la ciudad para los ciudadanos, principalmente el centro de Santiago y eso va a suponer mucha perseverancia y cooperación», señaló Claudio Orrego, gobernador de la capital chilena, durante una reunión con comerciantes establecidos y autoridades municipales.
Los hechos despertaron la preocupación por el uso de armas en Chile, donde hay 765.817 registradas activas, según la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN).
Pero en base a datos del portal suizo Small Arms Survey, especializado en armas y violencia armada, citado por el periódico electrónico EMOL, en Chile hay 2.200.000 armas en posesión de civiles de las cuales 1.456.818 no están inscritas.
La Policía, en tanto, informó que en los cinco primeros meses del año incautó 515 armas ilegales, 11,23% más que el mismo periodo del año pasado.
La muerte por disparos «se ha transformado en la principal causa de homicidios en Chile. Hay mayor acceso de las personas que cometen delito a las armas ilegales», explicó Johnson.
El presidente Gabriel Boric dedicó la semana pasada una buena parte de su primer informe a la Nación ante el Congreso al tema de la seguridad y anunció una ley para limitar el acceso legal a las armas.
¿Por qué aumentó la violencia?
Según Johnson, la violencia aumentó en Chile debido a la aparición de una serie de delitos «importados», como el sicariato, asaltos en motocicletas o el tráfico de migrantes, realizados por bandas -no necesariamente extranjeras- que han replicado estos crímenes que han sobrepasado a la policía local y atemorizado a la población.
El presidente Boric anunció una profunda reforma a Carabineros, la policía militarizada chilena, fuente de fuertes críticas por casos de corrupción y denuncias de violaciones a los derechos humanos.
El mandatario también anunció más policías en las calles e inversiones para la construcción de comisarias y para modernizar los servicios de inteligencia.