En un descubrimiento que podría cambiar nuestra comprensión sobre la vida en el universo, un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge ha presentado hallazgos prometedores sobre el exoplaneta K2-18b, ubicado a 120 años luz de la Tierra. Según un informe de The New York Times, se han detectado altas concentraciones de sulfuro de dimetilo (DMS) en la atmósfera de este planeta, una molécula que, en nuestro planeta, es producida casi exclusivamente por organismos vivos como el fitoplancton marino. Este hallazgo ha generado un gran entusiasmo en la comunidad científica, ya que sugiere la posibilidad de que K2-18b pueda albergar vida en alguna forma, aunque los investigadores advierten que es necesario mantener una postura cautelosa ante estos resultados.
Nikku Madhusudhan, astrónomo líder del estudio, se ha referido a este descubrimiento como un «momento revolucionario» en la búsqueda de vida extraterrestre. Destacó que es la primera vez que se encuentran posibles biofirmas en un exoplaneta que se encuentra en la zona habitable de su estrella. La zona habitable se refiere a la región donde las condiciones podrían ser adecuadas para la existencia de agua líquida, un ingrediente esencial para la vida tal como la conocemos. Sin embargo, Madhusudhan también enfatizó la importancia de no apresurarse a conclusiones, advirtiendo que «a nadie le beneficia afirmar prematuramente que hemos detectado vida».
K2-18b, descubierto en 2017, es un subtipo de planeta conocido como «subneptuno», que posee una masa 8.6 veces mayor que la de la Tierra y una atmósfera rica en hidrógeno. En investigaciones anteriores, Madhusudhan y su equipo sugirieron que el planeta podría ser un mundo «hicéano», caracterizado por un océano global cubierto por una atmósfera densa. Esta hipótesis lo convierte en un candidato ideal para la existencia de vida microbiana, ya que un océano profundo podría proporcionar un ambiente propicio para el desarrollo de formas de vida simples.
Los datos del telescopio espacial James Webb (JWST) no solo han indicado presencia de DMS, sino también de disulfuro de dimetilo (DMDS), otro indicador asociado a procesos biológicos. La detección de estas moléculas en dos instrumentos diferentes del JWST ha sido crucial para validar los resultados. Sin embargo, científicos independientes como Stephen Schmidt de la Universidad Johns Hopkins han llamado a la prudencia, recordando que estos hallazgos son más bien un indicio que una prueba concluyente de que K2-18b es habitable, subrayando que aún queda mucho por descubrir.
A pesar del creciente optimismo, el escepticismo rodea el descubrimiento, en parte debido a interpretaciones alternativas. Investigadores como Christopher Glein del Southwest Research Institute han sugerido que K2-18b podría ser un planeta rocoso con un océano de magma, condiciones que serían absolutamente inhóspitas para la vida. Actualmente, los hallazgos tienen un nivel de significancia estadística de «3 sigma», lo cual es menos que el umbral de «5 sigma» que se considera necesario para afirmaciones científicas sólidas. En medio de estas interrogantes, el descubrimiento de K2-18b representa un avance significativo en astrobiología y abrirá nuevas líneas de investigación en la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta.